Immolation - Atonement (2017)

Décimo disco en casi 30 años de carrera para estos ilustres veteranos de la escena deathmetalera. Junto con Morbid Angel, Death, Suffocation y Cannibal Corpse creo que se puede afirmar que estamos ante una de las bandas que sentaron las bases de identidad del género, a pesar de haberse mantenido siempre en un segundo plano en cuanto a exposición mediática.

Su trayectoria siempre ha sido mantenida, sin grandes sobresaltos pero sin caer en la repetición, siempre introduciendo nuevos elementos sin desvirtuar la esencia de su sonido. Quitando un pico de productividad entre 1999 y 2002, cuatro años en los que publicaron tres álbumes, Immolation siempre han tardado como mínimo entre tres y cuatro años en publicar sus discos, lo que acaba redundando en que cada álbum está cuidado al detalle.

A los mandos siguen contando con Paul Orofino, quien ha actuado como productor o ingeniero de la banda desde 1999, y también han repetido grabación en los Millbrook Studios de su Nueva York natal. Todo esto ha supuesto que Immolation sigan fieles a su death metal pesado, de sonido contundente. La producción es prácticamente perfecta, limpia pero sin llegar a resultar artificial, a la vez que conserva un regusto a los viejos tiempos.

Hay que destacar también la excelente portada y, en general, el diseño del digipack. La portada es obra de Par Olofsson, quien ya colaboró con ellos en Majesty and Decay y en Kingdom Conspiracy, mientras que las ilustraciones interiores corren a cargo de Zbigniew Bielak, autor entre otras portadas de la del Incurso de Spawn of Possession.

Los temas son bastante variados, alternando ente rápidos y otros más pesados, pero incluso dentro de los mismos vamos encontrando distintas secciones y cambios de

El álbum se inicia sin concesiones. The Distorting Light no da la bienvenida con una guitarra distorsionada a modo de alarma, dando paso a un tema pesado, con ocasionales ráfagas de velocidad, al que sigue una When the Jackals Come mucho más rápida, siendo las partes pesadas las que se van intercalando a lo largo del mismo.



Esa es la tónica del disco, alternando temas pesados con otros más rápidos. Pero aún así, dentro de los mismos temas introducen varios cambios de ritmo. De todos los temas del álbum, además de los que dan inicio al mismo me quedo con Rise the Heretics, uno de los temas más pegadizos del disco, que incluso posee un riff que no estaría de más en un disco de black metal; o Destructive Currents, que empieza con el acelerador a fondo y que también tiene un riff que se queda grabado a fuego en la memoria; Lower sigue en la misma onda, con un estribillo a medio tiempo que penetra en tu mente para hacerse hueco, que a su vez da paso a una parte frenética; Epiphany, otro medio tiempo que poco a poco va subiendo la velocidad y que presenta un memorable riff, la guinda perfecta para cerrar el disco.

La magnitud de la obra de Immolation es tal que, aunque todavía queda mucha tela que cortar, estamos seguramente ante uno de los discos del año. Una verdadera joya indispensable para todos los aficionados al death metal.


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