Deafheaven - New Bermuda (2015)

He de reconocer que he estado mucho tiempo alejado del black metal. Me pilló el boom del género en mi tierna adolescencia y mis referencias eran los clásicos del género. Pronto Mayhem, Emperor o Dark Funeral, pero también Cradle of Filth y Dimmu Borgir se hicieron un hueco en mi estantería.

Pero como pasa con todo, empezaron a aparecer los clones de estas bandas: además, en un género tan inmovilista como era el black, con la guardia pretoriana del True Norwegian Black Metal velando por la integridad del género, cualquier atisbo de innovación o de alejamiento de los cánones sagrados del género estaba condenado al más absoluto fracaso y ostracismo. Hasta los propios CoF o Dimmu Borgir fueron tachados de "comerciales" y "vendidos" por, supuestamente, aligerar su sonido y firmar por multinacionales o por las grandes discográficas de la escena metálica. La segunda ola del black no resistió la comparación con los grupos que abrieron camino y el género, en aquel entonces repetitivo hasta la médula, dejó de tener interés para mí.

No obstante, desde hace tres o cuatro años, el género vuelve a tomar impulso. Con lanzamientos como los de Aiumeen Basoa, Agalloch, Winterfylleth o estos Deafheaven, se van abriendo nuevas posibilidades dentro del black metal. Otros pesos pesados de la escena como Enslaved, Arcturus o Borknagar también han ido evolucionando e introduciendo nuevos elementos en su música que les han permitido partir de su tradicional black metal.

Con este New Bermuda, Deafheaven (americanos de San Francisco para más señas) presentan su tercer larga duración, lo que supone una febril actividad en un grupo que apenas lleva 5 años funcionando. Formados como dúo por el cantante y el guitarrista, con su primera demo llamaron poderosamente la atención del mundillo musical, por lo que pronto reclutaron otros músicos para poder llevar sus composiciones al directo.

Son un grupo bastante curioso y alejado de los cánones del black metal:  su logo nada tiene que ver con clásicos ilegibles, optando por uno más propio de una banda de rock alternativo; sus integrantes no llevan la imagen propia de los músicos de la escena (bueno, ni de una banda de metal en general), pareciendo más bien un grupo de pop-rock, y sus letras también dejan atrás la temática típica del estilo, lejos del satanismo o el paganismo y optando por letras personales, intimistas o incluso abstractas. De hecho, ojeando por ahí aparecen catalogados como "post-black metal", por lo que ya nos queda claro que no juegan en la misma liga de Mayhem o Emperor.

Sé que con estos antecedentes parece que estos tíos no pintan nada aquí: nada más lejos de la realidad. Su música resulta ser un furioso black metal, sin predominancia de ritmos ultrarrápidos en cuanto a la batería, pero sí por los riffs de guitarra y la voz, aguda y desgarrada como cualquier otra. No obstante, el punto novedoso lo ponen las melodías de guitarra, más propias del post-rock o el noise (o shoegaze, definición que no tengo excesivamente clara), lo que da una tonalidad totalmente distinta a los temas. Consiguen fusionar ambos elementos con maestría, llegando a crear bonitos pasajes a través de las guitarras.

El disco se compone de cinco canciones en 46 minutos, lo que supone que el tema más corto dura 8 minutos y medio. No se hace largo, a pesar de que en contados momentos la repetición de riffs se hace un poco cansina, deseando que pasen a otra sección o que terminen el tema, pero son dos momentos puntuales que no han de desmerecer el resto del disco.

Me resulta difícil destacar un tema concreto, ya que dada su duración todos tienen los suficientes cambios como para resultar diversos y entretenidos, aunque (curiosamente), me han gustado sobre el inicial Brought to the Water y Come Back, sobre todo la parte semiacústica final de éste.

Un disco variado y entretenido, que lleva un poco más allá la etiqueta del black metal puro.

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